martes, 26 de enero de 2010

Sinceridad política de los medios

Hace unos días apoye una publicación hecha por Alberto Salcedo Ramos, uno de los mejores cronistas de Colombia, en su muro de facebook que decía: “Lo siento, señores políticos que por estos días me envían solicitudes de amistad aquí en facebook: ustedes y yo no somos amigos. Si me buscan ahora es como valla publicitaria. Ahórrense el esfuerzo: en esta parcela no son bienvenidos”.

Durante la semana anterior de la publicación en mención, Juan Gabriel Uribe pedía una licencia de su cargo como director del diario El Nuevo Siglo para asumir la jefatura de debate de la campaña presidencial de Noemí Sanín.

Luego, caminando por las calles de Girardot (Cundinamarca) en un calor de 40 grados donde lo único que se busca es sombra y agua, un hombre de cabello blanco, gafas oscuras, totalmente fresco y con una sonrisa de oreja a oreja me saluda y presentándose me entrega un delgado periódico donde él aparece en portada, era Leo César Diago Casasbuenas, el ex concejal de Bogotá que se vio involucrado en un caso de plagio y lo cual lo llevó a ser llamado por sus opositores “el concejal vago”.

Al sentarme a escribir recordé mis épocas electorales en los medios tradicionales, era la contienda entre Andrés Pastrana y Horacio Serpa por la Presidencia de la República, la cual ganó el primero. Para ese tiempo mis servicios los prestaba al diario conservador La República. Periódico que el fin de semana de los comicios publicó en la primera página de su edición dominical que apoyaba abiertamente la candidatura de Andrés Pastrana.

Estamos entrando a la recta final de las campañas políticas en Colombia y la pregunta obliga es acerca del papel que jugarán los medios de comunicación en la arena política.

Es innegable que como seres humanos y como empresa tenemos una filosofía, una política, una posición, unos gustos e inclinaciones; es decir, estamos parados desde la subjetividad, con el simple hecho de ser hombres, mujeres o de un tercer sexo ya la forma de pensar y de actuar se da desde esa posición que nos brinda la naturaleza.

Podemos apostarle a una neutralidad pero difícilmente a una objetividad. Pero, esa es una discusión para dar en otro momento. Lo que si debemos exigir es una sinceridad por parte de los medios de comunicación que así como lo hizo en su momento La República, en el ejemplo que traigo a colación, lo hagan todos los medios, si su posición no va a ser neutral.

Asimismo, si, realmente, lo que profesan es una desvinculación a cualquier candidatura, entonces que la respeten y no se presente posiciones soterradas con información subliminal y sesgada, que claramente lo que buscan es orientar a la opinión pública hacía sus gustos o preferencias políticas.

Los periodistas debemos saber dónde estamos, así como lo hizo el director del Nuevo Siglo, quien denota un gesto de honorabilidad al dar un paso al lado del medio que dirigía para dedicarse de lleno a la política y si nuestro compromiso es con la información que mejor ejemplo que la posición de Alberto Salcedo al rechazar cualquier tipo amiguismo oportunista. O estamos con la información o estamos en campaña, hay que tomar una decisión.

Y por parte de nuestros nuevos amigos políticos ojalá creen sus propios medios de difusión atendiendo las reglamentaciones ambientales y aprovechando las nuevas tecnologías para reducir los costos y así no complicar con compromisos políticos a los canales informantes. Aunque realmente la publicidad política pagada no está amarrando tanto la calidad de información; más bien, puestos como vicepresidencias, ministerios y hasta canales de televisión si pueden ser determinantes en la posición informativa de un medio de comunicación.

Así es que para esta época de elecciones podemos empezar por pedirle a los medios una plena sinceridad política, para que podamos saber que estamos leyendo, navegando, escuchando y viendo realmente.

viernes, 15 de enero de 2010

Periodistas sin temor a demostrar los sentimientos

El 2010 trajo a la humanidad un nuevo desastre natural. Un terremoto destruyó Haití uno de los países más pobres del mundo (martes 12 de enero, siete grados Richter). En poco tiempo, según lo permitían las condiciones del país afectado, aviones y barcos con ayuda humanitaria iban arribando para prestar auxilio a la población afectada; de la misma forma, los medios de comunicación comenzaron a enviar a sus corresponsales para trasmitir en directo el desarrollo de la información.

Internet fue el primero en proporcionar noticias del desastre, las redes sociales Facebook y Twitter se convirtieron en el mejor medio para ver las imágenes que allí se presentaban y leer, oír o ver los relatos de quienes vivieron la tragedia. Es decir, pudimos ver un excelente desempeño de los informadores ciudadanos, la gran mayoría afectados por la misma noticia que narraban.

La televisión y la radio comenzaron a entrar a Haití, Asimismo, los corresponsales de los medios escritos de todo el mundo. La humanidad comenzó a acceder a la información por los medios tradicionales.

Es imposible ver esas imágenes sin que se arrugue el corazón y se produzca cierta rabia por la impotencia de no poder hacer; entre los más sensibles brotan lágrimas u otra manifestación de sentimientos. Sin lugar a dudas, aquellos que micrófono, cámara y grabadora en mano hacen su trabajo en medio de la muerte, el hambre, la desolación y desesperanza también sienten el dolor de las personas damnificadas.

El periodista también es un ser humano. Es más, Kapuscinsky siempre afirmó que para ser un buen periodista se necesita, primero que todo, ser una buena persona. Esos colegas que hoy viven la tragedia de Haití están haciendo un gran trabajo y con esa voluntad de informar están ayudando a una población que hoy se encuentra en desgracia.

Mostrar la realidad con respeto es nuestro trabajo. Cada vez que vemos o escuchamos al corresponsal con lágrimas en sus ojos o con la voz entrecortada no es motivo de reproche o de burla, por el contrario, que bueno contar con unos periodistas que sienten lo que están viviendo y no son maniquís insensibles que sólo repiten un libreto.

Ésta es nuestra forma de ayudar, eso es lo que tenemos para ofrecer desde nuestra profesión. Los medios, como empresa y grupo económico, pueden ayudar en otros campos. Pero, nosotros, los profesionales de la información, hacemos lo que sabemos hacer con mucho respeto, sensibilidad y apegados a la realidad; ordenando lo que allí sucede y documentando los hechos presentes que escriben la historia del mundo.

La voluntad del periodista debe ser la de informar y ayudar con la información que produce, no la de ser protagonista o sobresalir, el periodista no es una estrella. El profesional de la información hace su trabajo con amor, pasión y voluntad.